viernes, 4 de julio de 2008

Papeles. Cuentos. Novelas. Poesías. Diarios. Cartas. Papeles. Laberintos de papel. Papeles siempre a cuestas. Garabatos de tinta en el viaje, en el despacho, en la casa familiar, mientras los niños corren por el jardín. Papeles junto a la mesilla de noche, al lado de la taza de café, en el dormitorio o en la cocina.
Papeles inacabados, siempre inacabados. Los escritores nunca están satisfechos, siempre en el camino, mirando el mundo entre visillos, cargando con el peso de cien años de soledad.
Mañanas, largas tardes, noches en vela. Días enteros en las ramas. Entre la vigilia y el sueño.
Obsesionados. Felices o desgraciados, pero siempre obsesionados por captar con palabras aquello que ven, que miran, que sueñan. Como si un Dios les hubiera dotado con la virtud dañina del desasosiego, o un hada les hubiera concedido el deseo temible de no ser uno, sino varios, de luchar siempre contra sus muchos. Todos distintos y todos iguales.
Sólo entienden el mundo si lo escriben. Sólo si inventan la realidad la comprenden.
Esos laberintos de papel que viven más allá de ellos, tienden puentes entre padres e hijos, recrean un continente de palabras que, poco a poco, dibuja el rostro de la literatura. «Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo —dice Borges—. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara». Así, todos los escritores, con sus vidas, con sus frustraciones, sus alegrías y sus espantos, han construido un rostro, un mapa de los deseos.

Ana Ayuso
-El Oficio de Escritor-

Un libro es una arma cargada en la casa de al lado. ¡Quémalo! !Quita el proyectil del arma!
(Un libro) domina la mente del hombre ¿Quien sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho?

Ray Bradbury (escritor Estadounidense)
-Fahrenheit 451-