jueves, 20 de noviembre de 2008

Sigues teniendo la mirada cálida y el acento pausado con el que me contabas las cosas hace tiempo. Tu semblante sigue intacto; con esa aureola que te envuelve y torna en mágicas las cosas que platicas. Ríes, cantas y dotas a cada gesto de pasión única desbordada.
Escucharte conversar me pasea por un bosque de jardines con flores de recuerdo y añoranza. Vas colmando de detalles los minutos visitados y engalanas con un roce las notas delicadas, que en tu boca adquieren las palabras pronunciadas.
Haces que de noche deseé que a la mañana se le olvide que en unas horas se levanta.