viernes, 7 de noviembre de 2008
Reflejo
Son las seis de la tarde con cincuenta y un minutos; en un viernes frío que nos regala la noche temprana del horario de invierno. Todavía estoy en la oficina terminando algunos pendientes; y esperando un correo que tal vez nunca llegue. Me tomé hace rato un café con sabor a lo guardado por mucho tiempo; pero es lo mejor que tenemos, en éste sitio tan apartado de todo, de la ciudad y de sus luces. Pude haber caminado como un kilómetro, en medio de la oscuridad del desierto, y cruzar la carretera hasta llegar al súper; donde probablemente tengan un café más fresco de unas cuatro horas y no de todo el día. Porque cuando escribo se me quita el hambre? Tal vez debería de escribir mas seguido para distraerme en otra cosa que no sea en el montón de pendientes que tengo en el trabajo. Voy a salir a ver las estrellas y a fumarme un cigarro. Tal vez la noche con sus estrellas a lo alto traigan para mí el reflejo de lo que piensas antes de que lo descubra por medio de tu voz, expresado en la forma de un lenguaje codificado.
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