.jpg)
Te miro y veo que por más que lo intente todo, en ti caigo preso al momento, a tu tacto, de tus gestos irrepetibles que gestas cada tarde de domingo mientras cantas.
Como eres te asemejas a una flor magistralmente colocada en las montañas. Y es justo ahí donde te meces, te equilibras toda tú y a todos nosotros - mi alter ego - durante las últimas horas con tu estancia pausada y serena.
De tú extrañarte sí se fija la mirada lejos desde un segundo piso de una parroquia poco visitada. ¡Cantas! mientras yo busco tu esencia en las cosas tú cantas…y yo…mirando desde lo alto los tres nidos de paloma apostados bajo los grandes ventanales de la iglesia me pongo simplemente a escucharte e intento interpretar que cosa me habrá querido decir Dios con el húmedo sabor de tus labios.