
Sobre mi pantalón más claro que el que ahora llevo, me limpio disimuladamente el sudor de las palmas sin que te des cuenta… ¡y es que así soy! aventurado a escribir de todo aquello sobre lo que no quiero.
Seguramente distinta eres ahora, no mucho que has de serlo…si bien me he convencido que no tienes que ser como yo, siempre cambiante. ¿Qué necesariamente es algo inusual el querer lo mismo, aún bajo circunstancias diferentes?
La atmósfera del cafecito aquel es aquí la misma…de esa que te hace verlo todo con nostalgia, donde la pupila se contrae y el recuerdo lo va dilatando todo.
La noche es igual de obscura que entonces, con las pequeñas lucecitas amarillas y rojas de los autos que pasan viniendo y alejándose en todas direcciones, e igual de fría como en la cual me instale cómodamente aquella vez para decirte por primera vez que te quiero; y repentinamente, dos pequeños barquitos de papel con nuestros nombres pintados en las proas aparecieron navegando a lo largo y ancho del mar de la mesa entre las dos tasas.
Viéndolo con la sobriedad debida, me doy cuenta ahora que incluso la ventana da hacía la misma avenida triste, impostada, implantada de un solo golpe sobre esta tierra, donde absolutamente nada nos pertenece.
Mis ropas lavadas en escocés; la uña de mi índice izquierdo amarillenta de cigarro; la sombra ceniza bajo mis ojos buscando entre las letras lo que tus labios no dicen; y al final, el rescoldo de ti se vuelve tan real y presente.
Debajo de tus pies las cosas continúan girando sobre su mismo eje, y en mi, aún se siente el calor de tu mano sobre la mía, los dos parados bajo el umbral milenario mirando las estrellas; desde donde no nos dejamos caer, por el brillo de tus ojos, por el quererte suspendida eternamente en mis brazos.
Si fuera ahora ciego, engañaría al tiempo en la memoria para saberme justamente donde te recuerdo.
Si fuera sordo, sonaría en mi mente nada más que aquella cancioncita argentina que tanto me gusta donde se proyecta nuestra vida.
Y si de suponer tratamos, y ese ayer fuera hoy…el último sorbo de café me sabría a ti.