La oficina del patrón es su despacho privado. Se guarda bajo llave y solo él tiene la contraseña para entrar en ese mundo tan lleno de él y de sus cosas, bajo llave, donde todo lo privado se guarda de empleados curiosos.
Muy bajo llave...pero ni así se guarda del polvo y del tiempo, que hoy mi rostro me confirmó que por muy guardado, de cualquier modo aquel lo toca…poco a poco… y a todos en diferentes posturas sin que de ello demos cuenta oportuna.
Me imagino que lo que el ingeniero esconde dentro de su privado ha de ser igual de común que lo que yo guardo bajo el cajón de mi cama: Papeles (sobre todo) con anotaciones al derecho y al reverso y manchones diversos en tintas de colores. También algo de música vieja, de esa que ya nadie oye, y un que otro folleto con dibujos expresionistas y siluetas encantadas de logotipos mal pensados.
Pienso ahora en su rostro estupefacto cuando por la mañana el patrón vuelva a su despacho y encuentre todo consumido por el incendio de anoche que destrozó la oficina y llegó hasta el estacionamiento subterráneo. ¡Cara de asomo, lo imagino!...y después seguido de la segura pregunta del ¿Cómo que hasta aquí las llamas causaron estragos?
…Muy seguros, muy seguros, por la vida vamos como si a nosotros el vaivén cotidiano junto con el constante roce de ésto que llamamos vida no fuera a tocarnos, así de pronto, por el simple y llano hecho de vivir siempre con los cerrojos puestos y eso sí…muy bajo llave.
martes, 23 de diciembre de 2008
lunes, 15 de diciembre de 2008
Socarrón
Una vocecita de esas que tienen voz de arrullo con acento claro y dicción pausada, me llamó el otro día, susurrando quedamente a mi oído distraído: “socarrón”.
La realidad de las cosas es que me han colgado toda clase de adjetivos y éste último no me sorprende, ni mucho menos me ofende; a su pesar de su pronunciación ruidosa, dudosa procedencia, paladar dolorido y etimología complicada.
Ya con la duda acuestas, pregunté por calles y a través de las ventanas de las casas puestas a los lados, sin que nadie proporcionara la adecuada y final respuesta. Sin conseguir un buen traductor (porque para casos como éste vaya que sí lo necesito); pregunté después de una larga caminata a una viejecita que vendía semillas recién tostadas frente a la catedral; pues asumí que por su edad conocería unas mil y un palabras más que yo; y sin duda el significado de ésta que tanto me inquietaba.
- Un socarrón no se come, - me dijo.- Es un burlón sin dinero y poco efectivo en los bolsillos.
Yo de mi me burlo cada vez que el humo del cigarro me maquilla y contamina mis pulmones. Me río frente al espejo al constatar que los años pasan y me encuentro diferente que cuando era feliz, y sobre todo, una carcajada silenciosa se me escapa cuando descubro que son otras cosas menos importantes las que de pronto más me inquietan.
- Irónico.- Me dijo el que me boleaba los zapatos. Prometo que ya ni pensaba preguntarle; ¡de verdad! pero su frente amplia y tez tan clara como el carbón me sugirieron continuar con mi estudio de campo. Creo y hubiese sido mejor no hacerlo; su respuesta espontánea venida a mi en su voz aguardentosa y disonante me sugirió de pronto que sabía mas de la gente por conocer a la gente a través de sus zapatos, incluso más que la viejecita que traía encima todos los años justos de que se fundara la catedral.
Ya de paso, con la conciencia sucia y los zapatos eso si muy limpios y brillosos, creí encontrar la respuesta dentro de un diccionario que tomé prestado de una de las repisas de la librería de la esquina.
Socarrón.- Que obra con socarronería.
¡Gran fiasco! ¿Qué no se supone que el Gran Diccionario de la Lengua Española sostiene en su lomo todas las palabras inventadas que nos heredaron los hombres barbados desde antaño?
Ya con las ideas volátiles hice lo más astuto que alguien en mi lugar hubiera hecho en un problema similar: Busqué el significado de “Socarronería”. Para mi ya esperada sorpresa me encontré el siguiente texto: - “De socarrón”.
Ya con las manos vacías y con el pesimismo contrariado entre tristeza y alegría; decidí juntar a la “ironía” que se “burla” de sí misma y sentarlas a la mesa para que terminaran de limar sus asperezas y finalmente ponerlas de acuerdo; con el objetivo claro de que pudieran explicarme que es lo que yo mismo era. Y ya después de invitarles un café y un pan de dulce a cada una (creo que la “ironía” pidió su café con bastante leche que parecía avena y estaba frío por demás; irónico, ¿no?); decidieron convocar a la “astucia” como mediadora en su argumento y después de unas tres horas me llamaron a su mesa para comunicarme el veredicto:
- ¡Socarrón! Me dijeron las tres juntas y al unísono. – Es todo aquel que actúa con astucia y disimulo acompañados de una burla encubierta.
La realidad de las cosas es que me han colgado toda clase de adjetivos y éste último no me sorprende, ni mucho menos me ofende; a su pesar de su pronunciación ruidosa, dudosa procedencia, paladar dolorido y etimología complicada.
Ya con la duda acuestas, pregunté por calles y a través de las ventanas de las casas puestas a los lados, sin que nadie proporcionara la adecuada y final respuesta. Sin conseguir un buen traductor (porque para casos como éste vaya que sí lo necesito); pregunté después de una larga caminata a una viejecita que vendía semillas recién tostadas frente a la catedral; pues asumí que por su edad conocería unas mil y un palabras más que yo; y sin duda el significado de ésta que tanto me inquietaba.
- Un socarrón no se come, - me dijo.- Es un burlón sin dinero y poco efectivo en los bolsillos.
Yo de mi me burlo cada vez que el humo del cigarro me maquilla y contamina mis pulmones. Me río frente al espejo al constatar que los años pasan y me encuentro diferente que cuando era feliz, y sobre todo, una carcajada silenciosa se me escapa cuando descubro que son otras cosas menos importantes las que de pronto más me inquietan.
- Irónico.- Me dijo el que me boleaba los zapatos. Prometo que ya ni pensaba preguntarle; ¡de verdad! pero su frente amplia y tez tan clara como el carbón me sugirieron continuar con mi estudio de campo. Creo y hubiese sido mejor no hacerlo; su respuesta espontánea venida a mi en su voz aguardentosa y disonante me sugirió de pronto que sabía mas de la gente por conocer a la gente a través de sus zapatos, incluso más que la viejecita que traía encima todos los años justos de que se fundara la catedral.
Ya de paso, con la conciencia sucia y los zapatos eso si muy limpios y brillosos, creí encontrar la respuesta dentro de un diccionario que tomé prestado de una de las repisas de la librería de la esquina.
Socarrón.- Que obra con socarronería.
¡Gran fiasco! ¿Qué no se supone que el Gran Diccionario de la Lengua Española sostiene en su lomo todas las palabras inventadas que nos heredaron los hombres barbados desde antaño?
Ya con las ideas volátiles hice lo más astuto que alguien en mi lugar hubiera hecho en un problema similar: Busqué el significado de “Socarronería”. Para mi ya esperada sorpresa me encontré el siguiente texto: - “De socarrón”.
Ya con las manos vacías y con el pesimismo contrariado entre tristeza y alegría; decidí juntar a la “ironía” que se “burla” de sí misma y sentarlas a la mesa para que terminaran de limar sus asperezas y finalmente ponerlas de acuerdo; con el objetivo claro de que pudieran explicarme que es lo que yo mismo era. Y ya después de invitarles un café y un pan de dulce a cada una (creo que la “ironía” pidió su café con bastante leche que parecía avena y estaba frío por demás; irónico, ¿no?); decidieron convocar a la “astucia” como mediadora en su argumento y después de unas tres horas me llamaron a su mesa para comunicarme el veredicto:
- ¡Socarrón! Me dijeron las tres juntas y al unísono. – Es todo aquel que actúa con astucia y disimulo acompañados de una burla encubierta.
jueves, 11 de diciembre de 2008
Plagiario
Cuando todo pase y nos quede solamente el silencio, imagino tu mirada de ojos grandes suspendida en el espacio. Tu boca pronunciando mi nombre así de claro como haces al nombrarme, y yo con el mismo asombro de siempre, como si no fuera a mí a quien tu voz alcanza.
Espero y mis ideas ya para entonces hayan terminado de aterrizar y no tenga que decirte con mucho lo que para mi resulta tan obvio y absurdo; todo de pronto y al mismo tiempo. Pienso que en ese instante interpretarás por mis gestos lo difícil que me resulta ser yo con todos; incluso conmigo mismo pero más contigo cuando estas de frente.
Cuando todo pase y nos quede solamente el recuerdo, imagino tu boca dejando de pronto caer mi nombre sobre el suelo rompiéndolo en mil pedazos.
Me besarás ¿o no?, al principio tu labio en el mío, húmedo y abierto, todo el beso, todo tu beso robado; más solo el primero; ya los que siguen van por mi cuenta y de común acuerdo. Incluso sí resulta resultando que de pronto tú de vuelta los reclamas; también de común acuerdo los devuelvo dentro de dos maletas con tiliches y envueltos para llevar.
Eso sí, del primero, ese si que no lo entrego ni de vuelta, ni de ida, ni venida. ¡Tampoco te lo rindo!…no lo rento, ni lo presto en garantía; y ni que decir de prestártelo para que lo pongas un domingo por la tarde en una vitrina para exhibirlo junto a recuerdos viejos y tristes.
¡Ese beso es mío! y lo he robado con el precio del frío, de la espera, del tejer con palabritas mis desvelos. Cuando menos lo pensé ya lo llevaba dentro del bolsillo del pantalón y con la etiqueta todavía puesta. Si hasta para robar se necesita clase y una cierta inmunidad al vértigo; resistencia, más que cualquier cosa, a la palidez del mismo cuento.
Espero y mis ideas ya para entonces hayan terminado de aterrizar y no tenga que decirte con mucho lo que para mi resulta tan obvio y absurdo; todo de pronto y al mismo tiempo. Pienso que en ese instante interpretarás por mis gestos lo difícil que me resulta ser yo con todos; incluso conmigo mismo pero más contigo cuando estas de frente.
Cuando todo pase y nos quede solamente el recuerdo, imagino tu boca dejando de pronto caer mi nombre sobre el suelo rompiéndolo en mil pedazos.
Me besarás ¿o no?, al principio tu labio en el mío, húmedo y abierto, todo el beso, todo tu beso robado; más solo el primero; ya los que siguen van por mi cuenta y de común acuerdo. Incluso sí resulta resultando que de pronto tú de vuelta los reclamas; también de común acuerdo los devuelvo dentro de dos maletas con tiliches y envueltos para llevar.
Eso sí, del primero, ese si que no lo entrego ni de vuelta, ni de ida, ni venida. ¡Tampoco te lo rindo!…no lo rento, ni lo presto en garantía; y ni que decir de prestártelo para que lo pongas un domingo por la tarde en una vitrina para exhibirlo junto a recuerdos viejos y tristes.
¡Ese beso es mío! y lo he robado con el precio del frío, de la espera, del tejer con palabritas mis desvelos. Cuando menos lo pensé ya lo llevaba dentro del bolsillo del pantalón y con la etiqueta todavía puesta. Si hasta para robar se necesita clase y una cierta inmunidad al vértigo; resistencia, más que cualquier cosa, a la palidez del mismo cuento.
jueves, 27 de noviembre de 2008
Un Soleado Dia de Febrero
Me he fijado que cuando te digo algo son más bien tus ojos los que me escuchan, pues fijos en mí dan la pauta para que yo te continúe narrando. Tus oídos, en cambio, apuntan hacia todas partes menos al frente donde ante tu paso me sostengo. Luego sonriendo, como si hubiera contado un chascarrillo cuya gracia permaneciera intacta dentro de ti, das paso al denso caudal de preceptos que he venido guardando.
Me paseo por la rivera seca llena de rocas y arena y tiempo; y de pronto cuando menos lo espero, cambio a la montaña de pinos y frescos. Voy y vengo, traigo y llevo, de habladas, de cuentos y rizados vientos.
¿Conté aquella vez en que vi a un hombre sin cuello?
Testigos fuimos Jerry (el que limpiaba la piscina y reparaba descompuestos del departamento; ¿Recuerdas?) y yo; cuando el hombre sin cuello apareció ante nuestra mirada estupefacta.
Resulta que estábamos fumando, Jerry y yo, yo en el último escalón de la escalera frente al departamento; y Jerry, por su parte, recargado sobre el marco de la puerta del baño de la piscina.
- Hey Jerry!
- Hey there! – me respondía.
Y fumamos. Más tarde…otro cigarro, yo ahí en lo alto parado sobre el último escalón de la escalera recargado sobre la baranda y Jerry abajo, a unos seis metros y cerca de la alberca.
- Hey Jerry!
- Hey there! – me respondía.
- It has been raining the whole month non stop, but today in the afternoon we got a clear sky and sunny light. That’s weird, isn’t it?
- There you go! – contestó.- I had almost forgotten how dry soil and rocks look like!
- (Me río. A que pinche Jerry tan ocurrente).
Y pues en eso estamos; como muchas tardes cuando estaba en el exilio auto infringido; yo fumando desde lo alto y Jerry también fumando en la parte de abajo, entre la alberca y el baño; cuando de pronto el tipo sin cuello, pausadamente y a paso sigiloso, se mostró por el corredor entre la alberca y mi departamento. A mi me dió hipo, y todavía es hora que cada ves que fumo de frente a la osa mayor empiezo a tener una serie de pequeñas contracciones en la garganta cada vez que suelto el humo.
Jerry, por su parte, lo siguió con la mirada atónita hasta que el pequeño hombrecillo desapareció tras los arbustos.
Con la mirada incrédula y un tanto mas pálido de lo usual, Jerry se quedó mirando, hacia arriba donde yo me encontraba, como queriendo corroborar que no era él el único que había visto pasar a ése hombre con la cabeza pegada a la clavícula.
Tú sabes que jamás me he metido otra cosa que no sea alcohol o tabaco. Tal vez Jerry si guste de consumir otro tipo de sustancias, o en algún momento de su lejana juventud como todo buen gringo de la década de los 70’s alucinó con la paz y el amor en un viaje astral.
Acto seguido, como imitando uno al otro, tiramos cada quien la colilla de su cigarro al suelo y la apagamos con el pie.
- It’s been a wacky day! I mean, sunny in February? Come on! – Comentó Jerry
- I know! It’s been crazy. Respondí, y acto seguido afirmé diciendo – I mean!...I also felt the hot weather.
Jerry, como queriendo reponerse después de haber visto algo que no terminaba por creer; supongo que alcanzó a escuchar mi voz diciendo.
- If someday someone asks, I am your fellow witness!
Me paseo por la rivera seca llena de rocas y arena y tiempo; y de pronto cuando menos lo espero, cambio a la montaña de pinos y frescos. Voy y vengo, traigo y llevo, de habladas, de cuentos y rizados vientos.
¿Conté aquella vez en que vi a un hombre sin cuello?
Testigos fuimos Jerry (el que limpiaba la piscina y reparaba descompuestos del departamento; ¿Recuerdas?) y yo; cuando el hombre sin cuello apareció ante nuestra mirada estupefacta.
Resulta que estábamos fumando, Jerry y yo, yo en el último escalón de la escalera frente al departamento; y Jerry, por su parte, recargado sobre el marco de la puerta del baño de la piscina.
- Hey Jerry!
- Hey there! – me respondía.
Y fumamos. Más tarde…otro cigarro, yo ahí en lo alto parado sobre el último escalón de la escalera recargado sobre la baranda y Jerry abajo, a unos seis metros y cerca de la alberca.
- Hey Jerry!
- Hey there! – me respondía.
- It has been raining the whole month non stop, but today in the afternoon we got a clear sky and sunny light. That’s weird, isn’t it?
- There you go! – contestó.- I had almost forgotten how dry soil and rocks look like!
- (Me río. A que pinche Jerry tan ocurrente).
Y pues en eso estamos; como muchas tardes cuando estaba en el exilio auto infringido; yo fumando desde lo alto y Jerry también fumando en la parte de abajo, entre la alberca y el baño; cuando de pronto el tipo sin cuello, pausadamente y a paso sigiloso, se mostró por el corredor entre la alberca y mi departamento. A mi me dió hipo, y todavía es hora que cada ves que fumo de frente a la osa mayor empiezo a tener una serie de pequeñas contracciones en la garganta cada vez que suelto el humo.
Jerry, por su parte, lo siguió con la mirada atónita hasta que el pequeño hombrecillo desapareció tras los arbustos.
Con la mirada incrédula y un tanto mas pálido de lo usual, Jerry se quedó mirando, hacia arriba donde yo me encontraba, como queriendo corroborar que no era él el único que había visto pasar a ése hombre con la cabeza pegada a la clavícula.
Tú sabes que jamás me he metido otra cosa que no sea alcohol o tabaco. Tal vez Jerry si guste de consumir otro tipo de sustancias, o en algún momento de su lejana juventud como todo buen gringo de la década de los 70’s alucinó con la paz y el amor en un viaje astral.
Acto seguido, como imitando uno al otro, tiramos cada quien la colilla de su cigarro al suelo y la apagamos con el pie.
- It’s been a wacky day! I mean, sunny in February? Come on! – Comentó Jerry
- I know! It’s been crazy. Respondí, y acto seguido afirmé diciendo – I mean!...I also felt the hot weather.
Jerry, como queriendo reponerse después de haber visto algo que no terminaba por creer; supongo que alcanzó a escuchar mi voz diciendo.
- If someday someone asks, I am your fellow witness!
jueves, 20 de noviembre de 2008

Escucharte conversar me pasea por un bosque de jardines con flores de recuerdo y añoranza. Vas colmando de detalles los minutos visitados y engalanas con un roce las notas delicadas, que en tu boca adquieren las palabras pronunciadas.
Haces que de noche deseé que a la mañana se le olvide que en unas horas se levanta.
lunes, 17 de noviembre de 2008
Nocturnales

Para acabar de dejarme con la cabeza plana, la oscuridad del cuarto confundía las horas y pude sin temor a equivocarme, afirmar que eran todas las horas juntas del mismo día. Cubierto hasta el cuello con las sabanas color guinda, recobre un tanto mejor el sentido de la realidad y al intentar moverme, me sentí atrapado como pez en una gran red de cuerdas gruesas. Cuando finalmente pude girar, recostado todavía, la primera imagen de hoy fue el montón de libros en pilas, de colores y tamaños varios, acomodados unos sobre los demás e intentando todos juntos quebrantar la fortaleza de las patas de la mesa. Pensé por un momento que por leer tanto y diferentes cosas al mismo tiempo, es la causa de mi constante desatino en distinguir entre un autor de otro; o mejor aún, entre un lunes y un jueves; o pero aún, entre lo que te gusta de lo que no.
Todos los días se parecen, y como alguien escribiera alguna vez: “El rechinar de la tierra girando sobre su eje es el mismo invariablemente cada vez que da vuelta”.
Sabes que tenia planes para regalarte el día, esperaba si quieres que algo diferente pudiera sucedernos; pero tus planes y mis ideas no coincidieron en lo que le resto a la tarde. Se me ocurre pensar que te sucede lo mismo, y ya te haz dado cuenta que todos los días entre sí son iguales. Quisiera concluir, que de la noche aún no pienso lo mismo porque cada una es diferente a la otra. Cuando el sol se oculta y la inspiración me acosa, puedo sorprenderte parado bajo un farol de una calle pedregosa. De noche si digo, y hago, y rasgo, y siento…se me ocurre a mi favor declarar que si referencias de un servidor buscas, tal vez y solo tal vez, la guitarra en la forma de un delicado acorde a ti si te responda.
jueves, 13 de noviembre de 2008
Silueta

Conforme la llama se extiende, su consistencia curveada y limpia dibuja la silueta encantadora y atractiva de quien está lista para consumirlo todo.
Tú silueta es semejante a la flama.
Secuencias de Afecto

Continué caminando y acto seguido abrí la reja y así la dejé. Con el nostálgico anhelo tal vez esperaba que alguien viniera a visitarme o ya de perdida a preguntarme si ya habíamos vendido la semana en Mazatlán del condominio que anunciamos en el periódico.
Lo primero que observé después de empujar la puerta principal, fue el color de lo solitario que se ha vuelto todo últimamente. Al abrir la puerta del refrigerador confirme lo caro que se ha vuelto todo y sobre todo últimamente.
…Y me quedó tiempo para pensar un rato, ahí, echado en el sillón y con el TV apagado. Sin dormir, cerré los ojos y me quité los zapatos sin ni siquiera fijarme si mis pies aún contaban cada uno con sus cinco respectivos dedos. Me sumergí en una especie de transe y de pronto a lo lejos, vinieron a mi las conversaciones que alguna vez se tuvieron en mi sala. Eran sus ecos de risas y voces los que sutilmente arrullaban mi estado, y recordé de pronto a mi hermano tiempo antes de que se casara para irse a vivir lejos. Luego, a mis otros hermanos los escuché corriendo con la pelota por toda la casa. También la voz de mi madre leyéndonos el Selecciones de “Readers Digest”; y a su vez claramente percibí el sonido del llavero de mi padre abriendo la puerta como cuando lo esperaba ansioso para darle un fuerte abrazo y recibir de él uno de esos chocolates americanos que acostumbraba traer a casa todos los viernes dentro de un sobre color manila tamaño oficio.
…Y pues en eso estaba, cuando de pronto el pinche perro comenzó a ladrar a madre en el patio!...Mientras yo viajaba acompañado de un cuarteto de cuerda el murmullo delicado de mis nostalgias y recuerdos; el muy listo no percibió otra cosa, más que mi presencia en la casa.
Con el fastidio cansado me puse de pie, y fue ahí donde el frío del piso me recordó que estaba descalzo y que todavía tenía dedos. Abrí esta vez la puerta que da hacia el árbol de siete metros que tenemos en el patio…y ahí estaba el güey (o el perro que para éste caso es el mismo sujeto) con sus orejas paradas y atentas y su cabeza ladeada.
Ni siquiera me dejó terminar de dar el segundo paso hacia fuera, cuando sus más de 25 kilos se abalanzaron contra mí para luego empezar a morderme la chamarra y lamerme con su enorme lengua los brazos y cara.
…Nunca he entendido porque me hace tanta fiesta cuando me ve llegar o escucha que estoy cerca de su perímetro auditivo. Comida tiene de sobra. Agua limpia en dos baldes y lo llevo a caminar tres veces por semana…Se me ocurre que el muy ingenuo ha de creer que allá en el mundo exterior del que vengo, de seres humanos pensantes y cuerdos, valoramos la lealtad y el afecto de la misma manera que él lo hace.
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Vidas a un Tiempo
Me gusta como para que alguien como yo conozca un día a alguien como tú. Que se encuentren, de pronto y sin pensarlo mucho, en un lugar lleno de gente, que tome vino, y cerveza, y whisky con hielos… y el tiempo mío, y el tuyo, se vuelvan un solo tiempo de pronto.
Me gusta, como para dejar pasar unos días y que de pronto aparezca tu mirada que traspasa y tu sonrisa diáfana iluminando el recuadro.
Me gusta para que tu nombre se escuche por todas partes, y una noche de pronto y sin pensarlo mucho; robarte tu sueño, y tu postre, y tu whisky, y tu tiempo… Terminar las horas en un parque lleno de frío y abrazados a un tiempo que ya no sea tuyo, ni tampoco tiempo solamente mío.
Me gusta, como para dejar pasar unos días y que de pronto aparezca tu mirada que traspasa y tu sonrisa diáfana iluminando el recuadro.
Me gusta para que tu nombre se escuche por todas partes, y una noche de pronto y sin pensarlo mucho; robarte tu sueño, y tu postre, y tu whisky, y tu tiempo… Terminar las horas en un parque lleno de frío y abrazados a un tiempo que ya no sea tuyo, ni tampoco tiempo solamente mío.
viernes, 7 de noviembre de 2008
Reflejo
Son las seis de la tarde con cincuenta y un minutos; en un viernes frío que nos regala la noche temprana del horario de invierno. Todavía estoy en la oficina terminando algunos pendientes; y esperando un correo que tal vez nunca llegue. Me tomé hace rato un café con sabor a lo guardado por mucho tiempo; pero es lo mejor que tenemos, en éste sitio tan apartado de todo, de la ciudad y de sus luces. Pude haber caminado como un kilómetro, en medio de la oscuridad del desierto, y cruzar la carretera hasta llegar al súper; donde probablemente tengan un café más fresco de unas cuatro horas y no de todo el día. Porque cuando escribo se me quita el hambre? Tal vez debería de escribir mas seguido para distraerme en otra cosa que no sea en el montón de pendientes que tengo en el trabajo. Voy a salir a ver las estrellas y a fumarme un cigarro. Tal vez la noche con sus estrellas a lo alto traigan para mí el reflejo de lo que piensas antes de que lo descubra por medio de tu voz, expresado en la forma de un lenguaje codificado.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
El Nombre que esta sobre Todo nombre
Imprescindible es creer. Que fin tiene el hombre si en nada cree?
Saber de la existencia de "algo" más, que supere toda expectativa conocida en este mundo de ir y venir, presurosos, cansados y siempre inquietos. Si bien decía Hamlet en su eterna pregunta:
"Ser o no ser, ésta es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?... Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir... y tal vez soñar. Sí, y ved aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos. Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga. ¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelías que recibe pacífico el mérito de los hombres más indignos, las angustias de un mal pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el desprecio de los soberbios? Cuando el que esto sufre, pudiera procurar su quietud con sólo un puñal".
Por mi parte, yo he decidido creer en el amor de Dios y por concomitancia en su eterna existencia; misma que se manifiesta día a día en cada detalle de la vida, por mínimo que éste resulte. Creo que lo que le falta al mundo es temor de Dios. Si realmente le temiéramos, obedeceriamos con un celo abnegado...nos amaríamos todos sin necesidad de inventar tanta regla a causa de la falta de empatía entre los hombres y el dolor que todo esto causa. Ahora también y mentras sorbo el café recuerdo, la carta de Saulo de Tarso a la comunidad de Filipo: "Y se humilló a sí mismo (Jesús), obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos (es decir; que incluso el que no creyó también habrá de postrarse), y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre".
Saber de la existencia de "algo" más, que supere toda expectativa conocida en este mundo de ir y venir, presurosos, cansados y siempre inquietos. Si bien decía Hamlet en su eterna pregunta:
"Ser o no ser, ésta es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?... Este es un término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir... y tal vez soñar. Sí, y ved aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos. Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga. ¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelías que recibe pacífico el mérito de los hombres más indignos, las angustias de un mal pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el desprecio de los soberbios? Cuando el que esto sufre, pudiera procurar su quietud con sólo un puñal".
Por mi parte, yo he decidido creer en el amor de Dios y por concomitancia en su eterna existencia; misma que se manifiesta día a día en cada detalle de la vida, por mínimo que éste resulte. Creo que lo que le falta al mundo es temor de Dios. Si realmente le temiéramos, obedeceriamos con un celo abnegado...nos amaríamos todos sin necesidad de inventar tanta regla a causa de la falta de empatía entre los hombres y el dolor que todo esto causa. Ahora también y mentras sorbo el café recuerdo, la carta de Saulo de Tarso a la comunidad de Filipo: "Y se humilló a sí mismo (Jesús), obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos (es decir; que incluso el que no creyó también habrá de postrarse), y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre".
Conjunciones sin Vocales
A veces se siente raro cuando alguien más toca la guitarra y no son mis manos las que se sueltan bailando y trazando figuras extrañas sobre el diapasón de madera. Que alguien más lo haga me da tiempo de poder percibir como se escucha la inspiración de otros cantada en voces que hasta antes de ese momento no conocía, y así enfocarme un tanto mejor en el sentimiento propio y mucho menos en seguir el tono adecuado, la figura de la voz precisa y poner los acordes correctos. A veces se siente raro cuando a tu amigo, el que canta, le piden canciones que tu sí te sabes y quisieras arrebatarle la guitarra en el transe recurrente y constatar que las seis cuerdas de nylon suenan exactamente igual que las que tu tienes en casa. Es agradable ver como los corazones se despiertan, y las miradas se pierden, buscando algo que no encuentran en el suelo mientras sus labios cantan llenándose de entusiasmo y de palabras por alguien mas pensadas. Ver como la música descubre los verdaderos rostros y deshace dentro del baúl del olvido las facciones dibujadas, borradas, aparentadas. Y es entonces cuando todos los presentes invocan al unísono amores ausentes, amigos lejanos y momentos pasados; donde todo se agita y se mezcla; y el tiempo no pasa; y la mezcla heterogénea alcanza dimensiones únicas!...Y es justo en éste vértice donde ya no hay retorno y se puede afirmar que tanto el que canta y el que observa es invariablemente el mismo...uno o el otro.
martes, 4 de noviembre de 2008
Dias de Recuerdo
Por alguna extraña razón el agua despertó hoy paralizada. Al abrir la llave de la regadera con la firme determinación de que el vital líquido me cubriera las ideas; curiosamente en su vez y de dentro de la tubería solo salió el rechinar oxidado que produce el vacío enclaustrado. No me sorprendí, de pronto a semejante hora por la mañana es difícil que algo me sorprenda. No obstante, cuando el ruido terminó de esparcirse hacia todas partes y perderse en la lejanía, un pequeño pico color marrón se asomó por la obscura circunferencia. Poco a poco y ante mi mirada somnolienta fue apareciendo una gran ave. Fue mostrando su colosal plumaje, una a una, con todas sus alas viniendo a chorros. Cuando terminó de descubrir ante mis ojos la majestuosidad de su figura; se posó sobre mi hombro encajándome en la piel desnuda y seca sus afiladas garras. Somnoliento aún y contemplando las cosas con esa mirada difusa que produce la luz del día que comienza, fue apretándome hacia sí con una fuerza brutal. Transcurrieron así algunos minutos ante mi pasividad involuntaria. Tampoco me tomó por sorpresa (pues ya lo esperaba) cuando sus uñas se afianzaron aún más profundo hasta romperme un hueso, y de pronto sin mayor aviso que una sacudida violenta que surtió en mi la sensación real de estar cayendo en peso hacia el cielo, el enorme águila emprendió el vuelo, y sujetándome aún con suficiente fuerza me paseó por lo alto exhibiéndome como a su presa.
viernes, 12 de septiembre de 2008
Que que siento cuando te veo?

lunes, 25 de agosto de 2008
Letras Mías, Mías Todas
La misión nos fue conferida en los siguientes términos: "Toma hijo de hombre del libro de la Vida y come". - Yo lo tomé como me fue indicado y comí. El amargo tacto del papel en mi lengua se disipó hasta mezclarse con la ácida consistencia de mi boca recién despierta. Las palabras en forma de letras separadas se fueron precipitando una a una dentro del tobogán de mi garganta. Curiosamente no escuché ruido alguno cuando se precipitaron en el fondo de mi estómago. Hubiese pensado que el estruendo al caer y chocar contra la blanda superficie de color rojizo sería magnífico. Hubiese querido también que de pronto las más bellas frases se formaran por sí solas para ser luego producidas por mi garganta de siete cuerdas. Nada transcurrió en cambio, más que la simple sensación del estómago lleno y satisfecho. Las letras juntas, amontonadas unas sobre las otras, permanecieron inmóviles. Más tarde, mi cabeza tomó forma y fui creciendo hasta que me salieron brazos y piernas. Mi columna vertebral ensanchó sus huesos y me dieron la silueta que hoy poseo. A su debido tiempo una luz constante de diciembre me despertó de lleno en la cara. Intenté desgarradoramente valerme de los recursos acumulados en mi vientre y el resultado catastrófico fue un chillido sin la menor estética. Mi cabeza y extremidades han ido creciendo. Mis pensamientos lo han hecho acompañados de costumbres, hábitos y de tres o cuatro vicios. Las letras sin embargo aún permanecen. Una encima de la otra acomodadas en el orden que las fui ingiriendo plasmadas en papel. Creo que contengo todas las letras del universo y con ellas las palabras que pudieran pronunciarse para crear frases. De estas frases pudiera ser que dos o tres resultaran bellas. ...Mientras tanto, continúo esbozando en la impresión eterna del tiempo y el espacio, esperando poder dotarlas de armonía y construir esas dos o tres frases con las que selle el tiempo.
domingo, 6 de julio de 2008
Y Sin embargo Se Mueve!
!Nos movemos! Y como gran descubrimiento lo prevengo. Es posible que al volver a mi cuarto no encuentre la cama donde la dejé y los 'tiliches' dispuestos de algún otro modo que como los recuerdo: Sin orden claro más todos y cada uno de ellos en 'su lugar'. Es posible (también lo advierto) que la cama o la silla de mi cuarto estén justo donde deben de estar. Tal vez sea necesario que alguien venga y las coloque de modo diferente para así darme cuenta de que existen. Tal vez es también necesario que nosotros, al igual que las cosas, alguna fuerza superior nos mantenga siempre en movimiento al punto de estar en todas partes menos en donde mejor podemos estar; y lograr así que los demás nos noten en su andar (que también se mueven). Ayer decidí olvidar mi teléfono celular y no traerlo conmigo. Siendo honesto, es posible que en un inicio lo olvidé por puro descuido y al percatarme del habitual 'algo se me olvida' ya andando sobre la calle, experimenté la sensación extraña de quedarme sin un brazo. Luego muy seguramente tuve la habitual flojera con todo el peso de las cuatro de la tarde y decidí que no regresaría a buscarlo y me atrevería a andar por el mundo 'incomunicado'. Al principio fue todo un caos. Lo eché de menos a la media hora cuando sentí la necesidad de cerciorarme de haberlo dejado donde le creía olvidado (y no en otro lugar) y me hizo falta mi mismo celular para preguntar a quien me contestó en la casa que si de casualidad lo había visto. Una hora después mientras estaba en la casa de cambio, me volvió a hacer falta su calculadora para saber exactamente cuántos dólares, con todo y centavos, me alcanzaba a comprar con 'x' cantidad de pesos. Debí hacer uso de las matemáticas que aprendí en primaria y solté una carcajada cuando recordé que los números 'se prestan' y 'se llevan uno' al dígito a la izquierda. Más tarde, me vi en la necesidad de ir a la casa de mi amigo; en vez de llamarle lo cual hubiese sido más conveniente por la prisa que traía. Traté pues en persona lo referente a la compra de unas botellas de whisky. El sí tenía su teléfono y así pudo comunicarse con el fulano que lleva las botellas hasta la puerta de donde tú como comprador quieras. Por el resto de la tarde no volví a acordarme de que me faltaba el brazo; hasta que entrada la noche debí anotar un número de teléfono y visto en la necesidad, tuve que hacer uso de uno de esos instrumentos en forma de cilíndrica y con punta en uno de los costados, por donde una pequeña bolita giratoria chorrea tinta, tinta que se encuentra contenida un tubito en el interior del cilindro. Y así pasó la noche...y la enorme herida cicatrizó hasta ya no sentir que me faltaba el brazo. Vimos la tele en tu casa hasta las dos de la mañana. Fue justo cuando me despedí de ti y caminaba por la banqueta cuando escuché tu inconfundible voz me pedía que le hablara al llegar a mi casa. -!Y el brazo de pronto me volvió a hacer falta!- más ya para entonces había logrado arreglármelas y salir lo suficientemente bien librado; así que ahora la sensación de carencia fue mas de costumbre que de necesidad. Al llegar a la casa simplemente me olvidé y no telefoneé de vuelta como se me había pedido. Muchas veces si un teléfono suena es señal de que estamos en todas partes, moviéndonos, y no donde realmente necesitamos estar. Antes no había celulares y al salir de sus casas la gente no tenía la sensación de haberlos olvidado. Tal vez olvidaban otras cosas que en la actualidad ya no son necesarias. Y que es lo que le es necesario al hombre si lleva miles de años buscándolo y sigue enfrentando el día con la impresión de que ha olvidado 'algo'? Me atrevo a decir que si pasáramos más el tiempo en el lugar que debemos estar y dejamos de movernos como hormigas asustadas hacia ninguna parte, podremos empezar a disfrutar más la vida con la certeza de encontrarnos en el sitio correcto. Por mi parte yo ayer recordé mis clases de matemáticas básicas, visité a mi amigo, utilicé un bolígrafo convencional y pasé una tarde tranquila sin sentir que el tiempo corría tan de prisa. Ahora es otro día. Un día diferente al de ayer que me recibe con una mañana tibia y siete llamadas perdidas. - FR -
viernes, 4 de julio de 2008
Papeles. Cuentos. Novelas. Poesías. Diarios. Cartas. Papeles. Laberintos de papel. Papeles siempre a cuestas. Garabatos de tinta en el viaje, en el despacho, en la casa familiar, mientras los niños corren por el jardín. Papeles junto a la mesilla de noche, al lado de la taza de café, en el dormitorio o en la cocina.
Papeles inacabados, siempre inacabados. Los escritores nunca están satisfechos, siempre en el camino, mirando el mundo entre visillos, cargando con el peso de cien años de soledad.
Mañanas, largas tardes, noches en vela. Días enteros en las ramas. Entre la vigilia y el sueño.
Obsesionados. Felices o desgraciados, pero siempre obsesionados por captar con palabras aquello que ven, que miran, que sueñan. Como si un Dios les hubiera dotado con la virtud dañina del desasosiego, o un hada les hubiera concedido el deseo temible de no ser uno, sino varios, de luchar siempre contra sus muchos. Todos distintos y todos iguales.
Sólo entienden el mundo si lo escriben. Sólo si inventan la realidad la comprenden.
Esos laberintos de papel que viven más allá de ellos, tienden puentes entre padres e hijos, recrean un continente de palabras que, poco a poco, dibuja el rostro de la literatura. «Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo —dice Borges—. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara». Así, todos los escritores, con sus vidas, con sus frustraciones, sus alegrías y sus espantos, han construido un rostro, un mapa de los deseos.
Ana Ayuso
-El Oficio de Escritor-
Papeles inacabados, siempre inacabados. Los escritores nunca están satisfechos, siempre en el camino, mirando el mundo entre visillos, cargando con el peso de cien años de soledad.
Mañanas, largas tardes, noches en vela. Días enteros en las ramas. Entre la vigilia y el sueño.
Obsesionados. Felices o desgraciados, pero siempre obsesionados por captar con palabras aquello que ven, que miran, que sueñan. Como si un Dios les hubiera dotado con la virtud dañina del desasosiego, o un hada les hubiera concedido el deseo temible de no ser uno, sino varios, de luchar siempre contra sus muchos. Todos distintos y todos iguales.
Sólo entienden el mundo si lo escriben. Sólo si inventan la realidad la comprenden.
Esos laberintos de papel que viven más allá de ellos, tienden puentes entre padres e hijos, recrean un continente de palabras que, poco a poco, dibuja el rostro de la literatura. «Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo —dice Borges—. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara». Así, todos los escritores, con sus vidas, con sus frustraciones, sus alegrías y sus espantos, han construido un rostro, un mapa de los deseos.
Ana Ayuso
-El Oficio de Escritor-
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